Conducta y adicción, tributación e incentivos económicos
Los seres humanos como entes que buscan satisfacer sus necesidades, se han dejado llevar a lo largo de la historia por acciones que generen satisfacción inmediata, muchas veces sin medir los costos que podrían tener las mismas en el futuro. Esto es lo que se conoce como comportamiento adictivo y aunque no todas las personas actúen de acuerdo a estos términos, muchos simplemente no pueden evitarlo.
Durante el siglo XIX, entre los años 1840 y 1842, se libró una guerra entre China y Gran Bretaña. Durante la primera mitad de este siglo la Compañía Británica de las Indias Orientales dirigió principalmente su actividad al comercio de drogas. Uno de los mercados más importantes era China, principal consumidor de opio. Para tener una idea, el historiador Carl Trocki en su libro “Opio, Imperio y la economía política global” afirma que al final del siglo XIX, se podían contabilizar a 40 millones de chinos entre los adictos a esta droga, lo que afectaba negativamente a la sociedad china de la época.
De acuerdo al historiador de la universidad de Oxford, Yuval Harari, era tal la magnitud de este problema sobre la población china y la economía de ese país, que las autoridades prohibieron el tráfico de este tipo de drogas, lo que se tradujo en confiscaciones y destrucción de cargamentos. Para la corona inglesa y los intereses privados, esto significó una clara amenaza pues ponía en riesgo al lucrativo negocio de la adicción. Fue por ello que en 1840 Gran Bretaña declara la guerra a China y logra obtener el control de importantes zonas de comercio como Hong Kong, que le permitiría comercializar con el opio a través de la región.
Es por ello que los gobiernos han tomado medidas para tratar de controlarlos, tal como ocurrió con la Prohibición en los años 20 de los Estados Unidos. Todo comenzó con la Enmienda 18 de la Constitución, establecida el 16 de enero de 1920 con la Ley Volstead, la cual prohibía la venta, transportación y fabricación de bebidas alcohólicas para su consumo en Estados Unidos. Dicha Ley Seca llegó a su fin el 5 de diciembre de 1933 con la Enmienda 21.
Uno de los principales argumentos para la creación de esta reglamentación era que el alcohol se había convertido en un problema social. A pesar de su propósito original, la ley no logró detener el consumo de alcohol, más bien fomento la creación de centros clandestinos, lo cual promovió el auge de las mafias en Nueva York y Chicago, sin mencionar que incrementó la corrupción en el sistema policial.
Finalmente, fueron los incentivos económicos los que culminaron con la derogación de esta ley, ya que en 1931 en medio de la Gran Depresión, la producción de alcohol era una esperanza para crear empleos y ganancias, sustentado con el hecho de que la industria del alcohol era la séptima industria antes de la prohibición.
Psicología y Economía. Enfoque conductual
Es claro que el negocio de la adicción es un negocio muy rentable, principalmente porque la base de su esquema yace en las personas que tienen algún tipo de vicio o adicción, lo que produce que el consumo de estos bienes esté prácticamente asegurado. Para entender cómo se llega a la formación de negocios millonarios en torno a un vicio específico se debe primero entender qué mueve a los individuos hacia este tipo de comportamiento.
Para comprender por qué las personas tendemos a crear algún tipo de vicio relacionado con el consumo de bienes como alcohol, tabaco, café y hasta el chocolate, se trabajará en este artículo en el marco de la economía conductual, que de acuerdo al profesor de la Universidad de Illinois, Shahram Hesmat, a través de la combinación de la psicología y la economía, logra estudiar por qué, cómo y cuándo las personas cometen errores que conducen a comportarse de forma irracional o en contra de su propio bienestar.
En contraste con la economía tradicional que define al individuo racional como aquel capaz de organizar y actuar de manera lógica, midiendo los costos y beneficios de sus acciones sin caer en ningún tipo de contradicciones, la economía conductual, según indica Hesmat, nos revela que los humanos no actuamos de esta forma y somos propensos a cometer errores, bien sea por asimetrías de información, sesgos cognitivos o presiones externas.
En este sentido la economía conductual trata al vicio como uno de estos errores de decisión y halla la raíz del problema en el rezago entre los costos y beneficios del consumo. En el caso de los vicios, existen diferencias temporales entre el placer producido al consumir y los costos asociados al mismo. Por esta razón, los individuos tienden a preferir la recompensa, que se genera en el presente, a los costos que se producen en el futuro.
De acuerdo a Hesmat, las personas afectadas con problemas de autocontrol tienden a enfrentar mayores problemas a la hora de sopesar los efectos de sus decisiones. Así, personas con problemas de ansiedad, depresión o expuestas a altos niveles de incertidumbre que distorsionan la capacidad de considerar las consecuencias de sus acciones, tienden a ser más propensas a crear vicios.
Visión general
La visión en favor o en contra que se pueda tener sobre este tema dependerá primordialmente en el entorno cultural, puesto que aunque ciertamente existe cierto consenso sobre las actividades o productos de consumo que no son aceptados o bien vistos por la sociedad, sin duda es un tema subjetivo, lo cual complica la erradicación o en mayor efecto, la disminución de la satisfacción de placeres personales a través de los vicios. En algunas sociedades, el consumo de licor es un delito y en otras el consumo de mariguana es legal. Pero mientras la sociedad sigue discutiendo si es correcto, o no, existen grandes industrias haciendo mucho dinero en base a los vicios o adicciones de la población.
Sin embargo, aunque pueda existir una crisis ética y moral, su venta y distribución es legal, siendo sectores significativos dentro de las economía, se trata de una industria que sin importar los ciclos económicos por los que se encuentre atravesando la región, mantiene su rentabilidad y genera ingresos significativos, contribuyen al fisco debido a que deben pagar más impuestos de lo habitual al Estado y es fuente de empleos para millones de personas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el último reporte del consumo de alcohol, señala que a nivel mundial se consume 6.2 litros per cápita, mientras que cada persona en Latinoamérica consume una media de 8.4 litros de alcohol puro al año, siendo nuestro país el tercero debajo de Chile y Argentina, con 8.9 litros de alcohol puro per cápita, siendo aproximadamente un 40% mayor a la media mundial y de la región.
Por otro lado, el reporte de la epidemia global del tabaco 2017 publicado por la OMS, informa que el 21,5% de la población entre los 18 a 65 años en Venezuela fuma, el 28,9% de la población masculina y el 14,4% de la femenina. El 9,4% de los adolescentes de entre 13 a 15 años fuma, el 11% de los hombres y el 7,2% de mujeres. Representando el consumo de cigarrillos per cápita promedio al año de 496 cigarrillos.
Una Perspectiva Global
Según las estadísticas proporcionadas por el portal financiero Bloomberg, detallan que la “guerra de los vicios” ha impulsado la economía de los Estados Unidos, ya que el gasto en consumo real de sus habitantes creció un 3,4% interanual para enero de 2015, el mayor aumento desde el año 2006, en donde los apartados que generaron mayor crecimiento se encuentran el casino, el alcohol y el azúcar.
Las cifras indican que en 2015 los estadounidenses gastaron un 10,7% más en casinos que el año anterior, junto con las apuestas de lotería con una subida de 1,8%, siendo así el juego, uno de los sectores que está presentando mayor crecimiento en los Estados Unidos. No quedándose atrás el alcohol, dado que las bebidas de este tipo que se venden en bares y restaurantes crecieron un 8,3% interanual para enero de 2015. Finalmente el azúcar, representado principalmente en productos de panadería como los cupcakes, sufrió un rebote interanual de 3%.
Múltiples investigaciones se han realizado en torno a las sustancias potencialmente adictivas, entre ellas la ejecutada por distintos profesores universitarios de los Estados Unidos, en relación a los Modelos Económicos de la Adicción y Aplicación al Consumo de Cigarros y otros abusos de Sustancias. Una de las conclusiones de dicho estudio es que productos como el tabaco y el alcohol muestran fuertes tendencias hacia la adicción, lo que llevaría a las industrias que se dediquen a su fabricación y distribución a ser consideradas dentro del análisis de la economía de vicios.
Dadas las estadísticas mencionadas, ¿A qué se deben ahora los crecimientos de la industria? La respuesta en realidad, pareciera sencilla. Con respecto a los cigarrillos hay una gran desconexión entre los costos de manufactura y los precios de venta final del producto, en donde este último se encuentra aproximadamente constituido en un 18% por los costos de manufactura, 17% por los márgenes que le corresponden al vendedor, 42% en impuestos para el Estado y un 20% en ganancias operativas. Así pues, el precio promedio de una caja de cigarrillos en Estados Unidos se encuentra en los 6,31 dólares.
Con respecto al alcohol el escenario de la industria es completamente diferente. De acuerdo a cifras proporcionadas por el portal Financial Times, el mercado de bebidas alcohólicas se contrajo un 1,3% en el 2016, convirtiéndose así en el peor año para la cerveza desde 2009. Dicha caída ha sido sorpresiva para los representantes de la industria, debido a la estrecha relación existente entre la tasa de crecimiento de la economía global y el consumo de alcohol.
Múltiples teorías indican que este decrecimiento, específicamente el relacionado a la caída de la cerveza, puede deberse a la pérdida de mercado en China el cual es el mayor mercado de cerveza por volumen, además de la recesión de otros grandes consumidores cerveceros como Brasil y Rusia. La disminución no se queda atrás con respecto a otras potencias como Estados Unidos, el cual de acuerdo al Instituto de la Cerveza durante los meses de febrero a abril de 2017 sufrió un decaimiento del 5%.
En un estudio publicado en el American Journal of Public Health, se encuestó a una muestra de 2032 jóvenes australianos, con edades comprendidas entre 14-15 años, que buscaba medir el uso del tabaco y evaluar la condición psiquiátrica de los encuestados. El estudio encontró que específicamente, la depresión y la ansiedad eran catalizadores de la adicción. Estos resultados coinciden con otros estudios que explican cómo la ansiedad incrementa la probabilidad de adicción, principalmente motivado por la percepción de alivio al fumar o por la presión del entorno.
Tributación y Consumo
Estos datos nos dan una idea de la importancia que tienen estos bienes dentro de la economía, ya que a pesar de que el panorama sea incierto, el consumo puede mantenerse constante e incluso aumentar. Sin embargo se debe tener en cuenta los riesgos asociados al consumo de estos bienes. Es por ello que la tributación especial y adicional puede servir como un buen mecanismo recaudador, al mismo tiempo que puede usarse como instrumento de política dirigido a desalentar el consumo de estos bienes, según lo indica Jesús Yañes, economista del Centro de Estudios Tributarios de la Universidad de Chile.
Este tipo de impuestos adicionales y especiales se denominan impuestos Pigouvianos, en honor al economista francés Arthur Pigou, y tienen la intención de reducir los efectos negativos generados por la producción y consumo de determinados bienes y servicios. Los ejemplos más comunes de este tipo de impuestos son los impuestos al tabaco y al alcohol, que debido al daño que producen a la sociedad, los hacedores de política promueven un menor consumo de estos bienes.
De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un incremento del 10% de los impuestos en estos rubros, se traducen en reducciones del consumo de 4% en países de ingresos altos y de 5% en países de ingresos bajos. A su vez, de acuerdo a estos datos, los ingresos fiscales obtenidos de este tipo de recaudación son 269 veces mayores a los gastos dirigidos al control del tabaco, por lo que indican, que la tributación es la manera más eficaz de reducir el consumo del tabaco. De igual forma, el contar con impuestos altos no garantiza la reducción del consumo
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos por reducir el consumo de estos productos a través de la formulación de nuevos impuestos, el sector continúa manteniendo su rentabilidad. Según datos de The Wall Street Journal , el sector tabacalero logró vender la cifra de 117 mil millones de dólares en 2016 en comparación con 78 mil millones en 2001 . Por otro lado la cerveza y refrescos representaron en el año 2016, 50 y 40 mil millones de dólares respectivamente.
Además de la tributación especial también existen distintos esfuerzos orientados a la disminución del uso de sustancias como tabaco, cigarro u otras drogas. Los Estados gastan grandes cantidades de dinero en el tratamiento de personas adictas. Un ejemplo de ello, son los tratamientos con metadona en Estados Unidos, que son dirigidos a la desintoxicación. Este tratamiento tiene un costo por paciente de $4.700 por persona. A simple vista esta cifra puede parecer alta, pero en contraste, el costo de mantener a una persona recluida en una prisión americana es de $24.000, de acuerdo a información del National Institute on Drug Abuse.
Así, al facilitar estos tratamientos, los gobiernos son capaces de reducir sus gastos. De acuerdo a esta misma información cada dólar invertido en programas de tratamiento para personas adictas significa un retorno de entre $4 a 7$ dólares en reducción de crímenes relacionados con abuso de drogas, costos de justicia y robo.
Consideraciones Finales
Como se ha podido observar, el negocio de los bienes adictivos es muy amplio y llega a abarcar muchas áreas de interés, partiendo del dilema individual del consumo persistente de estos bienes que pueden llegar a ser nocivos, hasta llegar a la formulación de política dirigida a combatir los efectos de estos vicios. Las empresas del sector como se ha comentado, logran obtener grandes márgenes de ganancia, gracias a la voluntad y a la capacidad que tienen las personas de consumir este tipo de bienes. De aquí se extraen las posibilidades de política de sacar provecho a lo que pudiese parecer en primer lugar una situación adversa.
Se ha discutido como las industrias relacionadas a los bienes adictivos pueden producir altos márgenes de ganancias a pesar de comercializar con sustancias que pueden ser potencialmente dañinas. Ahora bien, en todo este escenario, ¿Cuál ha sido el papel de algunos gobiernos? Como se mencionó anteriormente, en el caso de la prohibición estadounidense, el gobierno decidió culminar esta medida para poder obtener las ganancias que percibían las industrias licoreras, caso que ahora en el siglo XXI no está muy alejado de la realidad.
El gobierno de los Estados Unidos recibe gran parte de sus ingresos de los impuestos que recolecta, donde de acuerdo a las estadísticas el papel de las industrias antes mencionadas es bastante significativo. Para el año 2015 los ingresos totales percibidos por la recolección de impuestos alcanzaban los 3,25 trillones de dólares, de los cuales 14,45 billones provenían de las industrias tabacaleras, situación no muy diferente para el año 2016, donde los ingresos percibidos por los impuestos para estas industrias alcanzaron los 14.1 billones de dólares.
Otros países también han tomado participación en la tributación de sustancias potencialmente adictivas. Uno de ellos es el gobierno de Holanda el cual a raíz de la legalización del cannabis ha recibido 400 millones de euros anuales correspondientes a los impuestos sobre la venta de este producto. Así como ha ocurrido con el tabaco en los Estados Unidos, las tasas de consumo de esta sustancia han sido equivalentes o más bajas que la de los países vecinos donde esta actividad continúa siendo ilegal.
Estás circunstancias nos dan una clara visión de cómo los mercados han ido evolucionando y que a pesar de las actividades consideradas como vicios han existido desde los comienzos de la humanidad, aún queda un largo camino por recorrer en cuanto a los beneficios que los gobiernos podrían percibir de las distintas regulaciones tributarias de estas actividades. Reflexionando en las sabias palabras del renombrado economista norteamericano Milton Friedman “Underlying most arguments against the free market is a lack of freedom itself.”
Escrito por: Eduardo Ramírez Lizardi, Adriana Bottini Carupe, Genimar Zoraya Khassale Leal, Mariangel Jiménez Reyes.
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