Laureano Márquez: Yo siento que los humoristas tenemos un papel de apoyo. Yo quiero seguir luchando
Laureano Márquez es guanche…y venezolano. Nació al sur de Tenerife, “en la parte pobre, de la parte pobre de la España pobre”, pero es venezolano. Antes de venir a Venezuela, con tan solo 7 años y a bordo de un barco italiano, Laureano preparó sus maletas dispuesto a escaparse a un país de ensueño, un país del cual su padre hablaba, un país que olía a su papá, a café, a Bolívar…
“Mis sueños eran con Venezuela; como mi papá ya estaba aquí, Venezuela era un tema de la casa. Había retratos de Bolívar en la casa donde nací. Mi papá enviaba baúles de café venezolano en los barcos; él ponía el café verde, sin tostar, suelto en el baúl…y enterraba cosas, ponía regalos confundido con café…yo encontraba juguetes y cosas que enviaba que en España no se encontraba porque en aquella época era muy atrasada. Para mí el lugar de donde venía eso era mi fantasía…yo traté de escaparme de muy chiquitico; una vez hice una maleta para escaparme, para venirme a Venezuela. Venezuela fue siempre mi pasión, desde antes de venir…Por eso para atacarme me dicen “extranjero”, “español de…”. Me parece un poco injusto, pero entiendo que cuando la gente no tiene argumentos, apela a lo más primitivo, y una de las cosas más primitivas es el concepto de “extranjero” ; además, “el extranjero” como dice la canción es una palabra fría, es una palabra dura, una palabra ofensiva”.
Business Venezuela (BV): ¿Quién fue primero? ¿Laureano, el humorista o Laureano, el político?
Laureano Márquez (LM): Primero soy un “animal político” como diría Aristóteles. Yo estudié Ciencias Políticas. No me he involucrado en la política partidista, en términos de oficio, pero sí en términos de opinión. Yo creo que la política siempre es la primera pasión del hombre aunque yo descubrí primero el humor que la política. Mi humor ya era político cuando lo descubrí. Yo aprendí a hacer humor imitando a Rómulo Betancourt y Fidel Castro.
BV: ¿Qué es para usted el humor?
LM: Yo siempre apelo a la expresión de Aquiles (Nazoa) porque es siempre la que más me gusta. “El humor es una forma de pensamiento”. Yo creo que el humor es una manera de ver el mundo en términos trascendentes, filosóficos incluso. Por eso yo creo que el humor se ubica en el mismo terreno que la filosofía o la religión. Son visiones trascendentes del hombre. Yo promuevo un acto de tolerancia, de encuentro. Creo que el humor es una manera sana de crítica. Es una actitud espiritual, es un acto bondadoso del ser humano que busca reducir sus diferencias a una risa y no a la agresión.
BV: ¿Podríamos hablar de un humor permisible y otro no permisible?. ¿Cree que hay temas que el humor no debería abordar?.
LM: Ponerle límites al humor es algo muy delicado porque es ponerle límites a la libertad de expresión. Ahora, además de los límites legales, yo tengo límites autoimpuestos. Los límites nunca los puede imponer el Estado porque siempre van a terminar silenciándote para que no le afecte, pero sí creo que los que hacemos un oficio, de alguna manera establecemos límites propios. Yo tengo límites. La religión, el dolor de la gente, límites de sentido común.
No hay ninguna justificación para que alguien decida a punta de fusil silenciar la libertad del otro. Lo que pasa es que el fanático no tiene sentido del humor y establecer dónde comienza la agresión es una cosa muy relativa. El humor es una crítica y se hace sobre esas facetas del alma humana que el hombre puede cambiar a voluntad, que el hombre puede hacer mejor. El humor es una crítica que se hace sobre las fallas morales de la gente.
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